LAS DOCE No pudo evitarlo. Tropezó. La señora del bolso marrón no alcanzaba a entender que tenía mucha prisa. Completamente alienado, olvidó su cortesía por un instante. “Un 24 de julio es innegociable”, pensó. Reemprendió la marcha a zancadas, sorteando codos, caderas y hombros. Ya veía la escalera. La subida, una eternidad. Las piernas le […]
LAS DOCE No pudo evitarlo. Tropezó. La señora del bolso marrón no alcanzaba a entender que tenía mucha prisa. Completamente alienado, olvidó su cortesía por un instante. “Un 24 de julio es innegociable”, pensó. Reemprendió la marcha a zancadas, sorteando codos, caderas y hombros. Ya veía la escalera. La subida, una eternidad. Las piernas le […]
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