mikelarilla.es

2015 / 22 julio

PRIMER PREMIO CONCURSO DE MICRORRELATOS DÍA DEL EBRO 2015


CAUCE

Hay días en los que el abuelo Anastasio respira un poco más agitado de lo normal. Mira a la nada, como extraviado, y frunce el ceño. Le contamos nuestras cosas, pero es como hablarle a una tapia. Incluso en ocasiones parece que no se acuerda de nuestras caras. Mamá siempre nos dice que el abuelo no se ha enfadado. Sólo anda un poco distraído. Un día nos animó a ayudarle, contándonos que el agua le calmaba. Llenamos la bañera. No hasta arriba, porque se agobia. Es por la crecida del 61. Se puso muy contento, pero quisimos ir más allá.

Un caluroso 26 de abril, 32 grados a la sombra por lo menos, nos acompañaron dos mochilas, las cañas de pescar y una neverita con agua bien fresca. Y el abuelo, claro. Salimos del coche, en el camino de las Norias. Plantamos una silla plegable bajo la sombra de un árbol. Al sentarse, el abuelo conectó de inmediato con el río. Imponente, majestuoso, pero conciliador. Si la luz pudiera mirarnos a los ojos, lo haría como él en ese instante mágico. Nos dedicó una sonrisa de esas que tanto echábamos de menos. Y se la devolvimos.

Por un momento, todo volvió a su cauce.

Sin comentarios

DEJA TU COMENTARIO